Este proyecto se fundamenta en las teorías que entienden que los procesos de enseñanza aprendizaje son naturaleza socio-constructivista . Desde esta perspectiva se considera que la construcción del conocimiento se produce gracias a la interrelación de tres elementos: el alumnado, el contenido que es objeto de enseñanza aprendizaje y el profesorado. El alumnado aporta al aprendizaje una actividad mental constructiva que le permite apropiarse del contenido elaborando una versión personal del mismo. El profesorado y otras fuentes de ayuda educativa deben guiar la actividad mental constructiva del alumnado hacia la elaboración de una representación del contenido que sea acorde con la definición cultural de los contenidos de aprendizaje. De esta manera la noción del triángulo interactivo, que representa las relaciones entre el alumnado, el contenido y el profesorado constituye la unidad básica para la comprensión de procesos de enseñanza y aprendizaje.

Esta propuesta se concreta en la consideración de interactividad , entendida como la interrelación entre las actuaciones del alumnado y las actuaciones del profesorado en torno a un contenido, como unidad fundamental de análisis de las situaciones de enseñanza y aprendizaje (Coll, Colomina, Onrubia y Rochera, 1996; Colomina, Onrubia y Rochera 2001).

El concepto de interactividad no presupone que profesorado y alumnado tengan que estar presentes al mismo tiempo en una situación de enseñanza y aprendizaje (pueden estarlo virtualmente) como tampoco presupone que las ayudas provengan directamente del profesorado. En este sentido, las ayudas pueden ser directas, mediante los intercambios comunicativos que un/a profesor/a mantiene con su alumnado, o indirectas, como ocurre por ejemplo mediante las guías y orientaciones de un material multimedia diseñado para el autoaprendizaje. Marcelo (2006) plantea el concepto de “Ambiente de Aprendizaje” como metáfora que supone pensar en un espacio donde ocurre el aprendizaje. Un espacio que puede ser real o virtual, pero en cualquiera de las situaciones debería atender de manera especial a la persona que aprende, la situación o espacio donde actúa, interacciona y aprende el alumno, y la utilización de herramientas y medios que faciliten el aprendizaje. Canet y Atienza (2004) denominan Entorno Virtual de Aprendizaje (EVA) al “espacio en el que aunque no podemos movernos físicamente se puede trabajar, comunicarse, buscar información, compartirla, realizar gestiones de diversa tipología, etc. En él pueden convivir usuarios que forman parte del mismo con finalidades diferentes pero con intereses comunes;… (que) se constituyen con la finalidad de promover determinados aprendizajes”

Las coordenadas del debate sobre la potencialidad de las TIC, para favorecer la interactividad entre los implicados favoreciendo los entornos de aprendizaje, ha variado en las últimas décadas. Cada vez resulta más evidente que, a pesar de sus enormes ventajas, el uso educativo de las TIC no es en sí mismo garantía de la calidad del aprendizaje. La calidad de los contextos o entornos educativos que median las TIC se mide por la calidad de la interactividad profesorado-alumnado-contenidos de aprendizaje y más concretamente, por la calidad de las ayudas educativas que se desarrollan para sostener, orientar y guiar la actividad constructiva del alumnado para apropiarse de los contenidos. Las TIC forman parte de las diferentes formas, tipos y grados en que dicha ayuda se despliega: en el momento de la preparación de la actividad o tarea de enseñanza y aprendizaje propiamente dicha; durante el desarrollo de la misma; y después, acompañando al alumnado en el proceso de apropiación y uso posterior de los nuevos conocimientos, e incrementando la funcionalidad del aprendizaje.

En definitiva, como plantea Cabero (2006), lo que queremos decir es que no serán los determinantes técnicos del sistema los que marcarán su calidad y su eficacia, sino la atención que les prestemos a las variables educativas y didácticas que se ponen en funcionamiento. Los problemas hoy no son tecnológicos, sino que se derivan de saber qué hacer y cómo hacerlo, y por qué queremos hacerlo.

 


Lucena - septiembre 2008.