La corrosión del carácter

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“La teoría materialista de que los hombres son producto de la circunstancias y de la educación, y de que, por tanto, los hombres modificados son producto de circunstancias distintas y de una educación distinta, olvida que las circunstancias se hacen cambiar precisamente por los hombres y que el propio educador necesita ser educado.”

III. Tesis sobre Feuerbach.

Carlos Marx.

La aplicación de las doctrinas neoliberales dominantes en la esferas económicas y políticas actuales están creando una situación insostenible para el componente social de la vida humana. Sennett trata de mostrarnos esta realidad a través de los personajes que desfilan por su libro.

En La corrosión del carácter, Sennett nos muestra su trabajo, realizado durante largos años, en un formato más cercano a la novela que a un largo informe de investigación científica. Sus entrevistas y su trabajo etnográfico, cercanos a la antropología, no dan lugar a un sin fin de cifras, tablas y gráficos, sino que, “(disfrazando)[1] las identidades reales, (cambiando) las referencias de lugar y de tiempo y, de vez en cuando, (condensando) varias voces en una o dividiendo una voz en muchas.”, logra que el lector se aproxime a los conocimientos científicos con la sensación de haber leído una buena obra literaria[2].

Este prestigioso sociólogo americano[3] iba destinado a las artes mediante su dedicación al chelo[4], pero un accidente lo reconquistó para la ciencia. Y se nota. Enrico, Rico, Rose, los panaderos de Bostón, Rodney Everts (el negro), los ingenieros despedidos de IBM, son los personajes que hilan nuestro relato. Se nos asemejan personas cercanas, cuando no, escenas de nuestras propias vidas. Nos muestran una época a punto de desaparecer, con otra que no termina de nacer del todo. El relato de progreso que mantenía una forma fordista de producción que sostenía el llamado estado del bienestar, a partir de los modelos que promocionan en la década de los 80 Thatcher y Reagan (Merkel[5] podría ser el ejemplo actual de estas políticas en Europa), están dando lugar a la flexibilidad y fragmentación social del postfordismo.

A través de un corto prólogo, 8 interesantes y amenos capítulos (con nombres sugestivos: A la deriva, Rutina, Flexibilidad, Riesgo, Ilegible, Fracaso, Ética del trabajo y El pronombre peligroso) en los que se mezclan los pequeños relatos de vidas personales con el pensamiento y el trabajo de filósofos, economistas, sociólogos, psicólogos, historiadores, etc. (tanto clásicos como recientes) y un apéndice (con tablas estadísticas en las que fundamenta muchas de sus afirmaciones), Sennett nos ilustra los cambios que se están produciendo en el mundo del trabajo del “nuevo capitalismo”[6].

Sennett plantea como argumento central de su obra que en la sociedad occidental en la que “somos lo que hacemos” y el trabajo ha sido parte fundamental de la formación del carácter[7] y de nuestra identidad, estos cambios están alterando las nociones de permanencia, confianza en los otros, integridad y compromiso que son un elemento fundamental de la integración social.

El capitalismo flexible ha significado un cambio radical de las rígidas burocracias y las rutinas ciegas del capitalismo industrial. La flexibilidad cambia el significado mismo del trabajo. Se pasa de una carrera profesional, propia de la era moderna, a una fragmentación de trabajos, propia del postmodernismo. De la vida como una narración lineal, de rasgos acumulativos, futuro previsible y puesto de trabajo seguro de Enrico[8]; a un mercado global, integrado por las nuevas tecnologías, con nuevas formas de organizar el tiempo y en especial el tiempo de trabajo de su hijo Rico, que le hacen ir a la deriva de un lugar a otro, de un empleo a otro. Comparto con Sennett su afirmación de que la espontaneidad y adaptación al cambio tan valorado en las altas esferas de la organización, se vuelve destructiva para los escalones más bajos del nuevo régimen[9].

A lo largo de su exposición Sennett irá desentrañando las situaciones y poderes ilegibles del nuevo capitalismo, irá desenmascarando los nuevos mitos de la economía flexible.

Así nos muestra como la ruptura con la rutina burocrática[10] y la búsqueda de la flexibilidad han producido nuevas estructuras de poder y control en lugar de crear condiciones de liberación. Vemos por ejemplo, como el horario flexible propuesto como un privilegio, ha dado paso a una vigilancia que suele ser más estricta que la anterior. Se ha pasado de la métrica del reloj a la del ordenador, nos dice en un pasaje.

La alta cualificación demandada por la nueva sociedad del conocimiento, se convierte en la mayoría de las situaciones, como en los panaderos de Boston, en una cualificación de las máquinas y en unos trabajadores o trabajadoras[11] con altas certificaciones profesionales que no los habilitan para un oficio[12]. “En casa sí que hago pan, soy panadero. Aquí aprieto botones”, dice uno de sus entrevistados cuyo trabajo consiste en apretar botones en un programa de Windows para la elaboración de pan diseñado por otros, y para el cual están totalmente incapacitados para hacerlo funcionar en caso de avería.

Otro de los mitos del nuevo régimen es que la cultura moderna del riesgo se caracteriza porque quien no se mueve es un fracasado. En esta sociedad cambiante y flexible, el riesgo no es un territorio exclusivo de los capitalistas[13], se ha vuelto una necesidad diaria sostenida por las masas. Sin embargo, el amigo del riesgo tiene que estar constantemente expuesto a la ambigüedad y a la incertidumbre. Rose, otro de los personajes de Sennett, confiesa abiertamente “me derrumbé” después de verse sometida durante un periodo de tiempo al riesgo que supone empezar de cero en cada uno de los nuevos proyectos que emprende en su nuevo trabajo en una agencia de publicidad y en la que, para colmo, la experiencia pasada se convierte en un hándicap para el trabajo creativo y la edad en un prejuicio en el que flexibilidad es sinónimo de juventud[14].

Especialmente brillante me ha parecido la crudeza con la que Sennett trata el nuevo mito del trabajo en equipo que impera en las modernas técnicas de dirección de empresas. La ficción colaborativa viene precedida por la figura de un nuevo jefe que no “manda”, sino que “facilita” el cambio propio de las sociedades flexibles. Este nuevo estilo esconde un ejercicio de la dominación basado en la superficialidad del contenido (para mantener unida a la gente es necesario omitir las cuestiones personales difíciles o divisorias), la atención puesta en lo inmediato (sólo se trata el momento presente) y su manera de evitar la oposición y confrontación (los empleados no compiten entre sí, no hay antagonismo entre jefes y empleados, la competencia se produce entre equipos de distintas empresas). De esta manera se consigue que la gente no se sienta oprimida por sus jefes, son los propios colegas de su equipo de trabajo los que ocupan el lugar, presionando a cada trabajador para que la empresa consiga una productividad cada vez mayor. Uno de las personas entrevistadas por L. Graham, (citada por Sennett) le dijo: “Pensaba que este lugar sería diferente con su concepto de equipo y todas esas bonitas palabras[15], pero la dirección sólo está tratando de que la gente trabaje hasta reventar”. Es de esperar que esta afirmación se la hiciera el entrevistado sólo a la investigadora y no llegara a comprobar aquel dicho de un empresario que se jactaba diciendo: “A mi me gusta que mis trabajadores sean sinceros, aunque ello les pueda costar el puesto de trabajo.” El trabajo en equipo se convierte así en una farsa en la que los trabajadores de éxito raramente se comportan igual fuera del escenario que cuando los jefes están observándolos.

Para finalizar, Sennett, analiza las circunstancias por las que atraviesan las personas que se ven abocadas a la pérdida del empleo (las personas que quedan excluidas). Describe la situación por la que atraviesan los ingenieros despedidos por IBM en la década de los 90. Estas personas que esperaban una lagar carrera profesional y de ascensos, pasaron por tres etapas, una vez despedidos: 1º, se sentían traicionados por IBM; 2º, se sentían víctimas de la economía globalizada y de los salarios inferiores en la India; y 3º, empezaron a acusarse de no haber montado su propia empresa. En esta tercera etapa apareció el discurso sobre la carrera profesional y no apareció “la culpa”. “Deberían haberse arriesgado…”, descubrieron el momento clave en el que debieron abandonar IBM. Encontraron en su voz activa una manera de hacer frente al fracaso, pero en el presente, flexible y fragmentado[16], se puede encontrar una narrativa coherente sobre lo que ha sido, pero no es posible crear una narrativa sobre lo que será. La incertidumbre del cambio no lo permite.

A pesar de esta crítica rotunda y esclarecedora de los mitos de la nueva economía, no hay que buscar en nuestro autor una posición revolucionaria o radical[17], ni siquiera un defensor del antiguo régimen que nos abandona[18]. Ante los males del capitalismo, los marxista proponían la explosión social, los empresarios individuales mayor libertad para competir, nos llega a decir. Su posición pragmática característica de muchos autores americanos[19], le sitúa en medio de ambas corrientes como podemos ver en este párrafo: “… cuando la revolución parecía estar a la vuelta de la esquina; la mayoría hemos terminado descansando, algo incómodos, en esa nebulosa situada justo a la izquierda del centro, donde las palabras ampulosas son más importantes que los hechos.”

Es aquí donde su discurso, desde mi punto de vista, parece más flojo. No analiza ninguna salida fuera del capitalismo, así como tampoco hace un análisis de las influencias de la existencia de la URSS y el movimiento obrero en el desarrollo del estado de bienestar y las políticas keynesinianas[20]. Si bien es cierto que la existencia de los países del llamado socialismo real no sirvió para el progreso y desarrollo de los habitantes de aquel territorio, sí parece que tuvo una incidencia fundamental en la aparición de un capitalismo de alma humana que se desarrolló fundamentalmente en Europa y que caído el muro de Berlín está en descomposición acelerada. Dando la sensación de que desaparecido en mundo de los dos bloques, el capitalismo más salvaje vuelve al siglo XIX en cuanto a la competencia de “todo para el que gana” y la vuelta a un individualismo en el que la pérdida de los derechos sociales campa por sus respectos.

Aún así, Sennett no es indiferente ante el nuevo capitalismo, y si bien no apuesta por programas políticos concretos, que no sería objeto de esta obra, cierra con un colofón final de una gran dureza crítica: “… sé que un régimen que no proporciona a los seres humanos ninguna razón profunda para cuidarse entre sí no puede preservar por mucho tiempo su legitimidad”

Para Sennett, las rupturas del tiempo y la desorganización social que conlleva el régimen flexible imperante, debería promover una comunidad cargada de conflictos, de manera que si los superiores intentan eludir la confrontación, con la ficción del trabajo en equipo que hemos comentado, los subordinados deberían buscarlo[21]. Es aquí donde debe aparecer la fuerza del carácter, el ser fiel a sí mismo que se supone en la persona de éxito, nos lleva a la dimensión social en lo que atañe ser responsable con otras personas. Paul Ricoeur (citado por Sennett) dirá, “Porque alguien depende de mí, soy responsable de mi acción ante el otro”

En definitiva, con La corrosión del carácter, nos encontramos con una gran obra que desvela de manera clara y precisa muchos de los mitos y de los cambios que se están produciendo en el mundo actual y su lectura nos ayudará a comprender mejor muchos de los estados de ánimo que todos los días nos sobresaltan.



[1] Se ha cambiado el tiempo del verbo para dar sentido a la frase en nuestro texto (Sennett 2010: 11).

[2] Algunos científicos critican el trabajo de Sennett, ya que se basa más en las historias y entrevistas que en datos empíricos cuantitativos. Muchos sociólogos lo consideraría un crítico cultural general en lugar de un sociólogo “per se», dice el profesor de sociología de Chicago Andrew Abbott. Otros sugieren que el enfoque de Sennett es interesante porque humaniza el estudio de la sociedad. “La gran fuerza de los libros de Richard es su creencia en la importancia de la narrativa en la creación de valores, normas y conceptos», dice Homi Bhabha, un ex profesor de Inglés U. Chicago que dirige el Mahindra Humanities Center de Harvard. Tomado de la página web de Richard Sennett, accesible en, http://www.richardsennett.com/site/SENN/Templates/General.aspx?pageid=53 (visitada 17/02/2013)

[3] Nació en Chicago el 1 de enero de 1943 (residente en la actualidad en Londres), estudió en la Universidad de Chicago y de doctoró en Harvad en 1969. En la actualidad es profesor emérito de Sociología en el London Schooll of Economics, profesor adjunto de Sociología en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) y profesor de Humanidades en la Universidad de Nueva York. Entre sus galardones más importantes se encuentran Doctorados Honoris Causa otorgados por distintas Universidades internacionales y premios tan reconocidos como el Premio Europa de Sociología (por su libro La corrosión del carácter) o el Premio Hegel de Alemania. Ha publicado más de 15 libros de sociología de gran difusión internacional traducidos a numerosos idiomas, 3 libros de ficción y numerosos ensayos.  En la página de Sennett (http://www.richardsennett.com ) y en Wikipedia (http://es.wikipedia.org/wiki/Richard_Sennett )

[4] En la entrevista realizada por Horacio Bilbao y Andrés Hax, a través de videollamada, publicada el 27/07/12, para la Revista de Cultura Ñ del diario argentino Clarín, accesible en, http://www.revistaenie.clarin.com/ideas/Richard-Sennett-entrevista-sociologia-buenos-aires_0_745125489.html (visitada 17/02/2013)

[5] Hay que tener en cuenta que La corrosión del carácter se imprime por primera vez en 1998, aunque la edición que estemos manejando sea de 2010. Merkel (y en general todos los líderes europeos con más o menos entusiasmo) está continuando las políticas neoliberales iniciadas por Reagan y Thatcher.

[6] Términos como nuevo capitalismo, postfordismo, postmodernidad, postindustrial, suelen ser empleados, con pequeñas variaciones de contexto, como sinónimos por distintos autores, o incluso, por estos mismos.

[7] En la página 10 Sennett define el carácter como “el valor ético que atribuimos a nuestros deseos y a nuestras relaciones con los demás.”

[8] Los 30 años gloriosos de los que habla L.E. Alonso (2004), años que van desde la salida de la segunda guerra mundial y la crisis del petróleo de los años 70.

[9] A los clásicos sectores desfavorecidos de la época anterior, desempleados, jóvenes y mujeres, se suman, en esta nueva época, sectores cada vez más importantes de las clases medias. Fernández Enguita (2009) afirma que se produce un crecimiento simultáneo de los empleos más y menos cualificados y reducción de los intermedios.

[10] La “Jaula de Hierro” de la que habla M. Weber

[11] Desparece el monopolio del trabajo masculino y la presencia de la mujer está plenamente extendida y aceptada. En España la incorporación de la mujer es posterior a los países que nos rodean debido al papel que el franquismo otorgó a las mujeres como madre y esposa “subordinada” que debe encargarse de los “cuidados” y de las tareas domésticas (C. Prieto 2007).

[12] Aquí podemos observar la descualificación de la que habla Braverman (1996) y el credencialismo del que habla Collins (1989).

[13] Los nuevos señores reunidos en Davos se caracterizan por una fuerza particular del carácter que les permite desprenderse del pasado (desapego) y que tenga la seguridad necesaria para aceptar la fragmentación. Sennett cita a J. Schumpeter para quien la destrucción creativa del pensamiento empresarial, requiere gente que se sienta cómoda sin calcular las consecuencias del cambio, o gente que no sepa qué ocurrirá a continuación.

[14] Alonso, L.E. (2007), afirma que la edad se comporta como una variable importante a la hora de generar riesgo de exclusión o pre-exclusión.

[15] Se refiere a la metáfora del trabajo en equipo utilizada en la planta de fabricación de vehículos Sabaru-Isuzu.

[16] En la postmodernidad no hayamos un relato, sino un collage de situaciones vitales

[17] Seguramente alejada por su vivencia anterior y la de sus progenitores (padre anarquista y madre comunista).

[18] Para Sennett, el sentido del “nosotros” en la época fordista, era una abstracción estática, que puede esconder la diversidad de etnias de un país, con sus problemas para adaptarse entre sí, o sus historias de conflicto étnico. También podríamos sumar la diversidad en cuanto al género, clase, identidad o cultura, como observan autores como Fernández Enguita (2009), Alonso (2007), o, Prieto (2007)

[19] Representada por autores norteamericanos como Ch. S. Pierce, W. James o J. Dewey. Tomado de Wikipedia. Accesible en, http://es.wikipedia.org/wiki/Richard_Sennett (visitada 12/02/2013).

[20] Anisi, D. (1995) afirma, “Aunque para susto, el que se llevaron algunos en 1917. El movimiento revolucionario había tomado el poder en las Rusias. Los diez días que estremecieron al mundo fueron más que el título del libro de John Reed. Lo estremecieron realmente. Y lo siguieron estremeciendo hasta finales de los ochenta. No se puede explicar el Estado de Bienestar sin 1917”

[21] Esta confrontación que para Sennett aparece como una posición ética, recuerda de alguna manera la frase de Marx y Engels en el Manifiesto comunista, “La historia de todas las sociedades que han existido hasta nuestros días es la historia de las luchas de clases” que remedando a un buen gallego se podría decir que, aunque fragmentadas, haberlas haylas.

 

BIBLIOGRAFÍA Y PÁGINAS WEB CONSULTADAS

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  • Alonso, L.E. (2007). La crisis de la ciudadanía laboral. Anthropos. Barcelona
  • Anisi, D. (1995): Creadores de escasez. Del bienestar al miedo. Alianza Editorial. Madrid.
  • Becker, G.S. (1983). El capital humano: un análisis teórico y empírico referido fundamentalmente a la educación. Alianza Editorial. Madrid.
  • Braverman, H. (1996). Capítulo 10 y 20 del libro Trabajo y capital monopolista. En Finkel, L. (1996). Organización social del trabajo. Ediciones Pirámide, S.A. Madrid
  • Castillo, C. Al., y Terrén, E. (1994): De la cualificación a la competencia. En la Revista Cuadernos de Relaciones Laborales, nº 4., 1994 Edit. Complutense. Madrid. Disponible en http://dialnet.unirioja.es/servlet/revista?codigo=382 (visitada el 10/01/2013)
  • Collins, R. (1989): La sociedad credencialista. Ediciones AKAL, S.A. Madrid.
  • Fernández Enguita, M. (2009). Educar en tiempos inciertos. Ediciones Morata, S.L. Madrid.
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  • Sennett, R. (2010). La corrosión del carácter. Las consecuencias personales del trabajo en el nuevo capitalismo. Editorial Anagrama. Barcelona.
  • Weber, Max (1979). Economía y Sociología. Esbozo de Sociología Comprensiva. Fondo de Cultura Económica. México.

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