Los MOCs: expectativas abiertas.

internet_3Hace poco más de un año pocas eran las personas que habían oído hablar de los MOOC (Massive Open Online Course). En realidad es un término que aparece recientemente. Serán Dave Cormier y Bryan Alexander quienes usaron ese nombre por primera vez al referirse al curso “Conectivismo y Conocimiento Conectivo (CCK08)”de Stephen Dawnes y George Siemens en el que participaban 25 alumnos oficiales y de modo experimental se ofreció online y gratuito a todo el que quisiera matricularse, llegando a contar en pocos días con 2.300 participantes de todo el mundo (en Vizoso 2013).

Aunque con anterioridad habían existido experiencias en abierto como la de D. Wiley en 2004, será a partir de este momento cuando las cosas se precipitan y se llega a la cifra espectacular de más de 160.000 matriculados en el famoso curso de Sebastian Thrun y Peter Norvig “La inteligencia Artificial” celebrado en agosto de 2011 en la Universidad de Stanford.

El año 2012 ha sido calificado como el año de los MOOCs (John Hennessy, presidente de la Universidad de Stanford lo ha denominado “El tsunami de los MOOC”). Las más importantes Universidades de EEUU han creado sus propias plataformas en abierto y están ofreciendo cursos gratuitos. Así aparecen Udacity (U. de Stanford), Coursera (varias universidades) o EdX:MIT (Instituto Tecnológico de Massachusetts y U. Harvard). En España también se ha respondido con rapidez desde las Universidades creándose MiriadaX, COMA:Uned. En Gran Bretaña también ha surgido la iniciativa Wedubox. (Bill Gates, Kleiner Perkins Caufiel & Byers y New Enterprise Associates, Telefónica o el Grupo Santander son grandes empresas que están financiando alguno de estos proyectos).

Por ahora, los demás países europeos no se han sumado en esta carrera, pero no parece que puedan tardar si tenemos en cuenta el revuelo que se está ocasionando (Gil y Villaécija escriben un artículo con el título “El fenómeno “Mooc” pone patas arriba la universidad” en el diario digital Expansion.com).

Pero, qué son en realidad los MOOCs (COMA en español – Cursos Online Masivos y Abiertos). En wikipedia encontramos los requisitos que deben cumplir:

  • Ser un curso: Debe contar con una estructura orientada al aprendizaje, que suele conllevar una serie de pruebas o de evaluaciones para acreditar el conocimiento adquirido.
  • Tener carácter masivo: El número de posibles matriculados es, en principio, ilimitado, o bien en una cantidad muy superior a la que podría contarse en un curso presencial. El alcance es global.
  • En línea: El curso es a distancia e Internet es el principal medio de comunicación. No requiere la asistencia a un aula.
  • Abierto: Los materiales son accesibles de forma gratuita en Internet. Ello no implica que puedan ser reutilizados en otros cursos (aunque en algunos casos sí que existe esa posibilidad).

Además de estos cuatro puntos, poco más podemos encontrar en lo que todo el mundo esté de acuerdo. Más allá de esto, todo son expectativas abiertas y dudas por resolver. Si el 2012 fue el año de expansión de los MOOCs este año 2013 es el año en el que necesariamente se tienen que ir resolviendo algunos de estos dilemas.

En primer lugar habría que analizar las causas por las que se han levantado tantas expectativas y revuelo. Desde mi punto de vista, siempre que confluyen movimientos de estas dimensiones es porque coinciden diferentes circunstancias (algunas contradictorias). A continuación podemos ver algunas de ellas:

El movimiento de software libre y/o abierto y su expansión a los contenidos o recursos educativos y de todo tipo. D. Wiley (2010) dice que, «en abierto» significa que los libros de texto y el resto de los recursos de enseñanza y de aprendizaje se suministran gratuitamente en virtud de una licencia (…) llamadas las “4 R» (Reutilizar, Revisar, Remezclar y Redistribuir).

La preocupación existente en la sociedad actual sobre la capacidad del sistema educativo de afrontar los retos impuestos por las nuevas tecnologías y la globalización. G. Siemens (2008) habla de que nuestros sistemas educativos fueron construidos para otra época y trata de suscitar un debate en el que las redes surgidas en Internet sean modelos estructurales para la educación y el aprendizaje. Para esto, suma a las tres teorías clásicas de explicación del aprendizaje (Conductismo, Cognitivismo y Constructivismo) una cuarta, el Conectivismo, que postula que el conocimiento se distribuye a través de redes y el acto de aprender es en gran medida formar una red diversa de conexiones y el conocimiento de los patrones concomitantes. En el marco de esta teoría aborda distintas metáforas que permitan cambiar el rol del docente para adaptarse a esta nueva realidad social y pedagógica. Las metáforas que se comentan en el artículo de G. Siemens (2008) dejan un claro exponente de por dónde los docentes pueden experimentar para cambiar el rol tradicional y adaptarse al contexto tecnológico y social actual. El Educador como Artista, como Administrador de la Red, como Conserje o como Curator son modelos que pueden ayudar a repensar y reconsiderar la nueva realidad en el mundo de la educación

El éxito y la expansión progresiva de la formación a través de internet. Los cursos, las plataformas e incluso las Universidades Online (la UNED o la UOC son dos buenos ejemplos), llevan varias décadas desarrollando acciones formativas a través de blogs, wikis, correo_e, plataformas de teleformación… El alumnado cada vez demanda más este tipo de formación y algunos estudios muestran resultados superiores en la formación online que en la presencial. La universidad online obtiene mejor nota. Noticia aparecida en el pais.com en septiembre de 2010

También existen razones de índole económico que están impulsando este tipo de cursos. S. Luján (2012) opina que quizás las universidades más importantes se están protegiendo ante el previsible estallido de la “burbuja universitaria”. En 1975 había en España 28 Universidades, en 1985 aumentó hasta 35 y en el año 2010 contamos con 236 (En Sánchez 2013). Este mismo autor también recoge opiniones como que las universidades están luchando para contener sus costes (para obtener más alumnos), o que el objetivo es anular las iniciativas similares que puedan realizar otras universidades. Sánchez (2013) dice que es muy probable que universidades de gran prestigio como Stanford, Harvard o MIT estén lanzando esta estrategia de marketing para fomentar un sistema educativo que llegue a escala global (no podrán llevar sus lujosas universidades pero sí su prestigio, recursos y la supuesta calidad de sus servicios).

Otra cuestión importante para analizar son los modelos pedagógicos que prevalecen en los MOOCs puestos en marcha hasta el momento. Vizoso 2013 hace una diferencia entre cursos CMOOCs, de inspiración conectivista, y cursos XMOOCs, que seguirían principios instruccionistas. Estos últimos serían la mayoría de los MOOCs actuales. Esta clasificación, aunque más conocida me ha parecido menos operativa que la que D. Correa (2013) cita de Lisa M. Lane para distinguir entre MOOCs:

  • Basados en Redes que se regirían por los principios del conectivismo. El aprendizaje se origina alrededor de la conversación, conocimiento construido socialmente. La exploración es más importante que los recursos disponibles.
  • Basados en Tareas que se inspirarían en el instructivismo y el constructivismo. El estudiante debe cumplir diferentes tipos de trabajo. La comunidad es importante sólo para compartir ejemplos y pedir asistencia.
  • Basados en Contenido que se basarían en las teorías instruccionistas. La adquisición de contenido es lo más importante.

Este mismo autor comenta como, a pesar de que algunos MOOCs no significan innovación alguna a las prácticas tradicionales de enseñanza (limitándose a subir conferencias o vídeos a la Red), sí que van apareciendo aspectos que pueden modificar todo el panorama educativo.

  • Profesores y alumnos 24/7.  Los estudiantes pueden realizar labores de tutoría, enseñarle a sus compañeros e incluso calificar tareas. Cambian los roles del profesorado y del alumnado.
  • Aprender para construir. Búsqueda de alternativas para adquirir conocimiento y habilidades, no se trata sólo de obtener información. A la gente le gusta aportar lo que sabe y está dispuesta a aprender de otros. Aumentan los contactos y relaciones entre los participantes y el conocimiento colectivo. Siemens (2008) advierte de los errores de la enseñanza sin experto (autodidacta o por pares) que puede aparecer como en el “Universo privado” del experimento Centro de Astrofísica de Harvard, aunque también de las posibilidades de aprender sin instrucciones como en el experimento del “Agujero en la Pared” de Sugata Mitra.

Como última parte de mi análisis me gustaría resaltar algunos de los problemas y dudas que están generando los MOOCs.

E. Sánchez (2013) presenta el primer estudio de un MOOC (¿Cómo crear un curso MOOC?) finalizado con éxito en febrero de 2013 en la Universidad Duke en Durham (EEUU). En él se pone en evidencia que los estudiantes tienen diversos motivos para realizar este curso, pero viendo el pobre seguimiento que tienen y que al final del curso son muy pocos los que terminan todos los módulos se puede concretar que el motivo fundamental es la simple curiosidad. Comienzan 12.000 estudiantes de 100 países, de los cuales 8.000 lo hicieron la primera semana. El segundo motivo que se ha encontrado para el abandono masivo de estos cursos es no poseer conocimientos adecuados para la finalización del curso. Se puede deducir que la curiosidad por esta novedad irá desapareciendo con el tiempo, sin embargo la falta de conocimientos sí que necesitará una reflexión y la toma de medidas que haga superar el gran número de abandonos que se producen (se habla de cifras que oscilan según fuentes entre el 85 y el 95 % de los matriculados).

La financiación es otro de los grandes problemas. Un curso no cuesta mucho, alojarlo tampoco, pero mantenerlo y actualizarlo en el tiempo sí que cuesta. Por lo tanto, es necesario generar un modelo de negocio (modelo de servicio sería más adecuado cuando hablamos de instituciones públicas) que pueda sufragar los costes de estas iniciativas. Desde mi punto de vista, este puede ser uno de los aspectos que diferencie en el futuro los caminos que se puedan tomar. Así es fácilmente previsible la posible financiación de cursos de gran prestigio o de unos contenidos determinados por grandes empresas, mientras que se presenta como más complicado la financiación de una verdadera educación para todos (aunque es cuestión de buscar fórmulas creativas que van apareciendo).

Otro tema problemático es la evaluación y la certificación de los aprendizajes. Se baraja desde posturas de que si no hay certificación no habrá trampas en la identidad de los participantes (sería como engañarse a sí mismos), hasta el examen presencial o los mecanismos de detección de copias o la certificación por una empresa especializada. En todo caso, nuevamente nos encontraremos en el futuro inmediato con distintas posibilidades. Lo que generará, casi con toda seguridad, una diversificación de los MOOCs.

La calidad de los aprendizajes obtenidos también está en entredicho, En este sentido, algunos cursos plantean simples pruebas de autoevaluación, mientras que en otros se está extendiendo la evaluación por pares (para evitar el efecto “Universo privado” se utilizan hasta tres evaluaciones distintas). Este temor puede que siga un camino parecido al del e_learning. La gente pensaba que este tipo de educación era de peor calidad pero los resultados que se están obteniendo están haciendo desaparecer este prejuicio.

Como comentario final me gustaría añadir que pienso que los MOOCs han venido para quedarse. Eso no quiere decir que en el futuro, como ya ocurre, todos los cursos sean iguales. Es de esperar que muchas de las expectativas levantadas (gratuidad de la enseñanza superior, libre acceso ilimitado al conocimiento de las universidades, ruptura con el modelo tradicional de educación, etc.) no se vean completadas en su totalidad, y que se diversifique este movimiento. Son muchas las cuestiones ideológicas, económicas, pedagógicas o tecnológicas que se ponen en juego, y por lo tanto, serán distintos tipos de soluciones las que se den a cada uno de los problemas enunciados y a otros que surgirán. Pero lo que sí que creo es que una vez demostrada las posibilidades reales de este nuevo tipo de enseñanza, se abrirán nuevos caminos que habrá que recorrer. Dependerá del empeño y el esfuerzo de los participantes el lugar al que nos lleve. Como afirman Coll y Monereo (2007), la incorporación de las TICs no transforma automáticamente los procesos educativos, sí que modifica sustancialmente el contexto en el que tienen lugar estos procesos y las relaciones entre sus actores y entre ellos y las tareas y los contenidos de aprendizaje, abriendo así el camino a una eventual transformación en profundidad de dichos procesos que se producirá o no, y que supondrá o no una mejora efectiva, en función de los usos concretos que se haga de la tecnología.

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